Ni la obsesión ni la dejadez, ni querer adelantarnos a toda costa a posibles futuras arrugas ni denostar estos tratamientos porque dejen caras artificiales o inexpresivas. Sin que las arrugas nos quiten el sueño (para nada), opino, como cirujana y como mujer que ni se obsesiona ni se descuida, que la opción por estos tratamientos con neuromoduladores y rellenos mantiene mejor nuestro rostro y, bien administrados y con la adecuada moderación, dejan resultados muy naturales sin cambios ni artificiosidad en nuestras caras.

Pero es cierto que es una pregunta muy habitual ésta de cuándo comenzar con las infiltraciones de neuromoduladores, y cada vez por parte de pacientes más jóvenes, cuando hace una década era raro que nadie por debajo de los treinta años lo consultara. La cuestión no es tanto cuándo “hay que empezar” pues en verdad nunca “hay que”, es algo absolutamente personal y opcional, sino cuándo puede ser útil o con sentido.

Ya en un post previo – «¿neuromoduladores para pre-rejuvenecimiento?» – hablé a propósito del uso “preventivo” de los neuromoduladores, especialmente cuando son pacientes veinteañeras quienes lo solicitan, pero hoy me gustaría explicar cuánto de pronto no es demasiado pronto.

Década de los 20s

Lo más lógico es usar los neuromoduladores sólo si ya están las arrugas, de forma estática o permanente, pues es normal que éstas se marquen al fruncir el ceño, sorprenderse o sonreír, desapareciendo en cuanto se relaja la expresión facial. El planteamiento es cuando se mantiene esa típica línea (tan habitual en el entrecejo ) aún cuando no se gesticula, al ser incapaces de relajar los músculos que la crean, situación en que sí resulta de utilidad el neuromodulador, que como sabéis actúa relajando los músculos y así logrando que la piel suprayacente se relaje. No es entonces rara la indicación de aplicar la toxina botulínica en pacientes a partir de los 25-30 años, por más que haya que valorarlo siempre muy bien.

Otra situación algo menos habitual es requerirlo como prevención de arrugas que aún no estén. Aquí sí que hay que valorar muy despacio. Puede tener sentido en pacientes que gesticulan mucho, tanto que se ve claro que van a tener arrugas marcadas en el futuro, de nuevo me parece que las más típicas son las arrugas verticales del entrecejo, pero nunca lo indicaría en menores de 25 años y tampoco, aún no, para las patas de gallo.

Década de los 30s

La edad de comienzo más habitual es a partir de los 35 años, aunque desde los 30 es muy frecuente el recurso a los neuromoduladores entre pacientes que gesticulan mucho o que tienen músculos muy hipertónicos o hiperactivos, situación que se agudiza si tienen el hábito de la exposición solar frecuente. Está claro que las personas con mucha expresividad o gesticulación van a hacer arrugas prematuras, por lo que los 30 son una buena edad de comienzo para estos pacientes. Por supuesto, también hay que añadir la influencia de la genética si queremos valorar si serán personas con arrugas prematuras o más marcadas de lo habitual para su edad.

Década de los 40s

En esta década realmente ya no estamos hablando de un tratamiento “preventivo”, pues ya suelen estar presentes estas arrugas de expresión, tanto más en fumadores, en personas con frecuente exposición solar, o que practiquen deportes al aire libre (sin la oportuna protección solar), o que vivan en cotas altas o si tienen un mal influjo genético. Del mismo modo las personas de piel clara hacen más arrugas que las de piel oscura. No me estoy refiriendo, ojo, a que con 40 años todos tengan arrugas ni obviamente que tengan que ponerse neuromoduladores para estar bien, me refiero a que si a esa edad se tienen arrugas de expresión es una edad perfecta para corregirlas y nunca os diremos que es demasiado pronto, de modo que quien no las quiera tener debe saber que el tratamiento es éste.

Os recuerdo que los neuromoduladores tienen su indicación para tratar las arrugas dinámicas, de expresión, en el tercio superior de la cara, especialmente si éstas se mantienen al relajarse. Las arrugas de la mejilla, del cuello, de los surcos nasogenianos, no se corrigen con neuromoduladores sino con rellenos, del mismo modo que podremos o tendremos que asociar rellenos tipo ácido hialurónico en arrugas del tercio superior si tras los neuromoduladores no terminan de corregirse a pesar del bloqueo muscular. El uso temprano de neuromoduladores (aunque no precipitado ni excesivamente precoz) evitará que se creen arrugas demasiado marcadas en determinados pacientes donde nos parezca evidente que evolucionarán así.

El recurso al neuromodulador a partir de edades más tardías va a ser siempre menos efectivo en estos pacientes hipergesticuladores (aunque sí funcionará muy bien en personas con expresividad más moderada). Pero ésta ya es otra cuestión, la de cuándo comenzar a hacerse otro tipo de tratamientos o plantear una cirugía.

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