Lo sabemos, el tabaco envejece y además de manera proporcional al número de cigarrillos que fumemos a diario. Y es éste el menor de los daños si lo comparamos con su papel como agente cancerígeno, los problemas en el pulmón tipo enfisema o bronquitis crónica, los daños cardiovasculares, o como predisponente a infecciones, pero no es éste el objetivo de este post. Como cirujano plástico, quiero explicar en qué consiste esa típica cara de fumador (es totalmente cierto, ¡se nota cuando alguien es fumador! ) y cómo incide y acelera el envejecimiento facial.

El principal agente tóxico del tabaco es la nicotina, esa sustancia vasoactiva responsable de su naturaleza adictiva. La nicotina aumenta los niveles de vasopresina, de acción vasoconstrictora. Así, fumar durante 10 minutos, merced a la vasoconstricción, reduce la tensión de oxígeno en los tejidos casi una hora, de modo que fumar un paquete de cigarrillos al día puede tenernos hipóxicos casi 24 horas. Esa hipoxia debida a la vasoconstricción (reducción del flujo de sangre a los tejidos, también a la piel) se agrava por el papel del monóxido de carbono (CO) producido al fumar. El monóxido de carbono se une a la hemoglobina (esa proteína presente en los glóbulos rojos que se encarga de trasportar el oxígeno a las células) desplazando al oxígeno  y formando carboxihemoglobina, lo que reduce notablemente el aporte de oxígeno a los tejidos. Hay más sustancias nocivas, como el benzopireno, un hidrocarburo liberado en la combustión del tabaco.

Tenemos más efectos nocivos que añadir. Así, el tabaco reduce los niveles de vitamina A, el retinol, esa vitamina liposoluble que interviene en la formación y mantenimiento de las células epiteliales, en el crecimiento óseo, el desarrollo, protección y regulación de la piel y las mucosas. Su precursor es el betacaroteno, cuyas propiedades antioxidantes, bien conocidas, se deben a que ayuda a eliminar radicales libres previniendo el envejecimiento celular. Pues el tabaco reduce los niveles de esta vitamina, generando cambios en la cantidad y calidad de las fibras de colágeno y elastina, y así atrofia dérmica, reducción del número de fibroblastos y acortamiento de los capilares. Es ésta la base de la elastosis del fumador, diferente a la elastosis de la edad o la producida por el sol. Otro efecto dañino del tabaco es la hidroxilación del estradiol, es decir, produce hipoestrogenismo. La reducción de los  niveles de estrógenos en nuestra piel (y el consiguiente desequilibrio con aumento de los andrógenos ) se traduce en sequedad y atrofia cutánea…. esto sumado a la isquemia crónica y al déficit de vitamina A.

Se conoce como elastosis a la disminución de la resistencia y elasticidad de la piel por los daños en el tejido conectivo, y se traduce en una piel con apariencia correosa, con arrugas muy profundas, muy típica en personas muy expuestas al sol y la intemperie. Lo habitual es la elastosis debida al sol (y a la edad), que comienza por la epidermis o dermis más superficial. En fumadores los daños comienzan más profundos, en dermis media o reticular, y se debe a los radicales libres que llegan a la piel vía sanguínea, que alteran el colágeno y las fibras elásticas, lo que unido al déficit de oxígeno, al aumento de la agregación plaquetaria, a los niveles reducidos de vitamina A y estrógenos,  repercutirá en los tejidos que pierden firmeza y elasticidad, descolgándose y formándose arrugas. Los fumadores presentan más arrugas, de aparición más precoz y más profundas, en una piel de mala coloración, más seca, menos elástica y peor oxigenada.

¿En qué consiste la típica cara del fumador? Se debe como vemos al contacto con el humo y con todas esas sustancias nocivas en sangre cuyos efectos hemos explicado.

Tenemos:

piel deshidratada y seca, con menos oxígeno y vitaminas que sufre un envejecimiento prematuro, especialmente en mujeres al tener una piel más fina.

más arrugas, diferentes a las propias de la edad, pues son estrechas y profundas, de contornos bien marcados y prominentes (elastosis del fumador). Esta elastosis está presente en toda la cara pero se agrava en el contorno labial, donde a los efectos ya señalados se unen el contacto más cercano con el humo y sobre todo la contracción continua del músculo orbicular de los labios en el acto de fumar, de forma que es excepcional no encontrar (sobre todo en mujeres, pues a los hombres les protege su piel más gruesa y la presencia de los folículos pilosos) una fumadora de tiempo con el odiado “código de barras”. A más cigarrillos diarios más arrugas , y más años fumando, claro está.

piel de coloración no ya sonrosada sino, merced a la mala oxigenación y a los radicales libres, apagada, amarillo-grisácea, opaca, pálida. A veces también es típico un aspecto facial más demacrado (grandes fumadores) con más prominencia ósea. La mejoría en la coloración de la piel es uno de los primeros efectos que se evidencian al dejar de fumar.

-el tabaquismo produce una congestión nasal crónica que se traduce en unos párpados frecuentemente hinchados

labios más secos y peor coloreados, dientes amarillentos, encías dañadas

Sin comentarios. Por supuesto yo no soy fumadora, no lo he sido nunca, pero si los adolescentes fueran conscientes de esto (pues aunque somos conscientes de que un adolescente difícilmente estará preocupado por un cáncer de pulmón o una cardiopatía isquémica o enfisema en el futuro,  sí que les inquietará pensar que, en pocos años, puedan tener una cara más seca, apagada o arrugada) tal vez muchos no empezarían tan entusiastas con este hábito, tan difícil de abandonar. Y es que se nota en la cara al fumador, como comenté arriba. Esa “cara de fumador” puede ser evidente a los 10 años de comenzar a fumar.

Por último, aunque ya relataré en otro post las recomendaciones que hacemos ante una cirugía, sólo apuntaré que los fumadores tienen el doble de complicaciones postoperatorias respecto a un no fumador, en especial del tipo de retardo en la cicatrización, necrosis tisular, hematomas e infecciones. El doble. En algunas complicaciones, tipo necrosis cutánea o de areolas, tres o cuatro veces más. De hecho, no realizamos intervenciones que supongan despegamiento de tejidos (reducción mamaria, mastopexias, abdominoplastias, lifting…) si no dejan de fumar 2-3 semanas antes, rotundamente no. En otros tipos de cirugías tipo rinoplastia, blefaroplastias, aumento mamario simple sin plastias en la glándula… lo recomendamos, por seguridad, o al menos reducir cuanto sea posible, aunque desde luego el médico anestesista siempre les va a indicar que también la anestesia tiene más problemas en fumadores. Así que, para aquellos que se planteen una cirugía, deben dejar el tabaco varias semanas antes y después (por supuesto, después también, hasta que todo haya cicatrizado bien), si quieren evitar en lo posible cualquier problema, y deben ser siempre conscientes de los riesgos de no hacerlo.

También los pacientes tienen sus responsabilidades, ¿no os parece?. Y, ya que vais a estar tantas semanas sin fumar, ¿por qué no aprovecháis para dejarlo ya?

Quedo a vuestra disposición pero NO ATENDERÉ NI ON LINE NI POR TELÉFONO CONSULTAS SOBRE:

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Gracias por vuestra comprensión.