La cirugía avanza. Hasta hace menos de una década los cirujanos plásticos conseguíamos corregir con buenos resultados deformidades de la pared abdominal mediante una abdominoplastia o dermolipectomía abdominal, sobre todo en pacientes con discretos a moderados depósitos de grasa, flaccidez cutánea y debilidad muscular, generalmente causados por los embarazos. Pero en los casos donde al exceso cutáneo y debilidad muscular se asociaban grandes depósitos de grasa, en abdomen y tronco, las posibilidades de resolver todo simultáneamente eran muy limitadas, pues si había demasiado tejido graso bajo la piel, no se consideraba seguro hacer una liposucción seguida de una abdominoplastia en la misma sesión, pues en la dermolipectomía convencional era necesario hacer un importante despegamiento en abdomen superior, desconectando la mayor parte de la piel de los vasos sanguíneos que la nutren. Así, la paciente ideal era una paciente delgada con gran exceso de piel y relajación o incluso diástasis de los músculos rectos abdominales.

Pero ¿qué hacer en pacientes con importantes depósitos de tejido graso en abdomen? Por cierto el caso más habitual. En ningún caso se podía hacer una lipoescultura como procedimiento único, pues una vez retirado el exceso de tejido graso la piel quedaría excesivamente fláccida, incluso irregular y colgante. La liposucción como procedimiento único en abdomen sólo está indicada si la piel es de buena calidad, sin flaccidez, y si los músculos no están separados, ni siquiera relajados. Es difícil encontrar esta situación tras los embarazos.

En estos casos se planteaba una abdominoplastia convencional, donde se estiraba totalmente la piel y se tensaban los músculos abdominales, pero persistía una gruesa capa de tejido adiposo, que podría ser removida nos seis meses después.

En el año 2003 el cirujano brasileño Oswaldo Saldanha y otros colegas, tras estudiar a fondo la vascularización de la piel abdominal, desarrolló una nueva técnica donde se puede remover en la misma sesión todo el exceso de tejido graso del abdomen con liposucción y resecar después toda la piel excedente, reparar los músculos abdominales y dejar así un abdomen juvenil, no sólo firme, sino delgado y bien modelado. Este procedimiento se llama Lipoabdominoplastia, pues resulta de la combinación de ambas técnicas.

Esta técnica sólo tiene ventajas. La liposucción, primer paso de la cirugía, no sólo en abdomen sino también, si están presentes, en flancos, costados, sacro, región suprapúbica, etc, permite modelar y uniformizar el grosor del panículo adiposo en todo el tronco, y a continuación, en el paso de la abdominoplastia, se reparan o tensan los músculos abdominales y se estira la piel. Se tratan los tres problemasexceso de grasa, exceso de piel y relajación muscular– en la misma sesión, y trabajamos no ya en el abdomen sino en todo el tronco como una unidad corporal. No hay comparación.

¿En qué ha cambiado la técnica? ¿Por qué antes no era seguro asociar una liposucción extensa y ahora sí? En efecto, hasta hace unos años sólo nos parecía seguro asociar liposucción en costados y flancos pero había que ser muy cautos en el área supraumbilical y epigástrica, pues a la reducción en vascularización causada por la liposucción se sumaba la que causaba el despegamiento en esta zona, con el riesgo de una potencial necrosis cutánea (potencial, habría que añadir a esto tensión excesiva al traccionan la piel, factores de riesgo tipo tabaquismo o cicatrices supraumbilicales). Con los nuevos conocimientos anatómicos, sabemos que la piel se nutre especialmente de los vasos perforantes que salen del músculo, y si, tras una liposucción, incluso extensa, hacemos un despegamiento limitado de la piel en el abdomen superior, ésta no tendrá problemas de vascularización y no sufrirá.

Y no sólo se trata de que podamos hacer liposucción, sino que, para que tengamos que hacer despegamientos limitados, debemos hacer mucha liposucción, profunda y también superficial, pues así la piel se movilizará más fácilmente sin casi despegarla. En realidad sólo se hace despegamiento en el área central o media, para exponer los músculos rectos abdominales, lo justo para repararlos mediante la plicatura de la fascia muscular.

¿Tiene más riesgos la Lipoabdominoplastia que la Abdominoplastia convencional? En absoluto. Hay multitud de estudios, incluso en pacientes «de riesgo», es decir, con obesidad, tras importantes pérdidas de peso o postbariátricos (que tienen una piel de muy mala calidad), fumadores o con cicatrices supraumbilicales. La Lipoabdominoplastia no sólo no aumenta los riesgos tipo necrosis, infección o dehiscencia  de la herida, sino que, además, disminuye el porcentaje de revisiones postquirúrgicas.

¿Por qué tras una Lipoabdominoplastia hay menos tasa de revisiones postquirúrgicas? La mayoría de las reintervenciones o revisiones consistían en una liposucción del área infraumbilical (que, al no haberse desgrasado para evitar riesgos, mostraba más tejido adiposo que, por ejemplo, el área del Monte de Venus o las crestas ilíacas, que no suelen tener tantos depósitos), asociada muchas veces con un nuevo despegamiento o estiramiento del colgajo cutáneo. La liposucción extensa del colgajo supraumbilical y de todas las áreas adyacentes hacen que todo tenga el mismo grosor, además de provocar una gran retracción cutánea, con lo que mejoramos aún más el aspecto del abdomen, que queda aún más estirado.

La cirugía es más larga, pero el resultado es notablemente superior. El postoperatorio es similar y, con el adecuado conocimiento de la técnica ( por supuesto!), haremos dos cirugías en una y con menos riesgos. Ahora no sólo las pacientes delgadas son las perfectas candidatas para un buen resultado sino que cualquier paciente con exceso de grasa extraabdominal ( y no visceral, ahí la cirugía nada puede hacer) puede beneficiarse de un gran remodelado abdominal y corporal.

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