Crédito imagen: Pexels
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¿Te has preguntado alguna vez por qué los cirujanos plásticos también os recomendamos no fumar? ¿Es solo por salud? No, no es solo por salud: el tabaco envejece y el daño es proporcional al número de cigarrillos que se fumen a diario.

No voy a hablar de los daños en pulmones o en el sistema cardiovascular, hoy como cirujano plástico me centraré en cómo envejece el hábito de fumar.

¿De verdad existe la cara de fumador? ¿Se nota cuando una persona fuma sin olerla ni preguntarle? Pues sí, lo siento, se nota cuando alguien es fumador porque la piel tiene mala coloración, más grisácea, está más seca y presentan más arrugas, de aparición más precoz.

¿Cómo hace esto el tabaco en la piel? Veamos:

La nicotina es el principal agente tóxico y es precisamente la causante de la adicción. La nicotina aumenta los niveles de vasopresina, que tiene acción vasoconstrictora, y esta vasoconstricción determina que los vasos sanguíneos transporten menos oxígeno. Pensemos que fumar 10 minutos puede (por la vasoconstricción) reducir el oxígeno en los tejidos casi por una hora, luego, fumando un paquete diario estaremos hipóxicos casi las 24 horas. A esta hipoxia (menos oxígeno tisular en los tejidos y en la piel) debida a la vasoconstricción por la nicotina, encima se le añade el papel del monóxido de carbono (CO) que se produce al fumar, que se une a la hemoglobina (proteína que en los glóbulos rojos trasporta el oxígeno) y desplaza al oxígeno formando carboxihemoglobina, lo que reduce aún más el aporte de oxígeno a los tejidos. Pero aún hay más agentes nocivos a este bonito plantel, como el benzopireno, un hidrocarburo liberado en la combustión del tabaco.

Y no es sólo esto, por desgracia tenemos más efectos nocivos que añadir: el tabaco reduce los niveles de vitamina A, el retinol, una vitamina decisiva para la formación y mantenimiento de las células epiteliales, para el crecimiento óseo y la protección y regulación de la piel y las mucosas. El precursor de la vitamina A es el betacaroteno, de propiedades antioxidantes bien conocidas por todos, que actúa ayudando a eliminar los radicales libres y así previniendo el envejecimiento celular. Pues el tabaco reduce los niveles de esta sustancia, incidiendo entonces en la cantidad y calidad de las fibras de colágeno y elastina, con la consiguiente atrofia dérmica, reducción del número de fibroblastos y acortamiento de los capilares. Esta situación es la llamada elastosis del fumador, algo diferente a la elastosis solar o la senil.

¿Qué es la elastosis? Se conoce como elastosis a la disminución de resistencia y elasticidad cutánea por el daño en el tejido conectivo. En la piel se traduce en esa apariencia correosa con arrugas muy profundas, que también se ve en personas muy expuestas al sol o la intemperie. He comentado que la elastosis del fumador es diferente de la solar o la senil, la diferencia estriba en que el sol o la edad inciden primero en las capas más superficiales, epidermis y dermis superficial, mientras que el tabaco afecta primero a niveles más profundos, dermis media o reticular. Esto se debe a que los radicales libres que llegan a la piel con los capilares alteran las fibras elásticas y de colágeno, lo que, junto al déficit de oxígeno, al aumento de la agregación plaquetaria y los niveles reducidos de vitamina A y estrógenos, va a repercutir en que la piel perderá firmeza y elasticidad, descolgándose y formándose arrugas.

Otro efecto dañino más: el tabaco induce la hidroxilación del estradiol (¿os suenan los estrógenos, definitivos para la piel? ) produciendo hipoestrogenismo, y estos menores niveles de estrógenos a nivel cutáneo (y si se reducen los estrógenos suben los andrógenos…) se traducen en sequedad y atrofia cutánea, que sumaremos a la isquemia crónica (falta de oxígeno en los tejidos) y al déficit de vitamina A (daño en las fibras de colágeno y elastina).

Photo by Radu Florin from Pexels
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Ésta es precisamente la cara de fumador, causada por el contacto con el humo y los efectos de tantas sustancias nocivas:

1.- Piel seca y deshidratada, con menos oxígeno y vitaminas, y un envejecimiento prematuro, sobre todo en mujeres al tener una piel más fina.

2.- Más arrugas, distintas a las de la edad, en el contexto de la elastosis del fumador: arrugas estrechas y profundas, de contornos bien marcados y prominentes. Y aunque presente en toda la cara, es aún peor en torno a los labios, al añadirse aquí el efecto del contacto con el humo y especialmente la contracción continua del músculo orbicular en el acto de fumar, el odiado “código de barras” presente, creo, en toda mujer fumadora de tiempo (los hombres están protegidos por la piel más gruesa y los folículos pilosos). A más cigarrillos y más años fumando, más arrugas. Está clarísimo.

3.- Piel de coloración apagada, amarillo-grisácea, opaca, pálida, por la mala oxigenación y los radicales libres. A veces incluso un aspecto más demacrado. Es típica la mejoría casi inmediata en la coloración cutánea al dejar de fumar, siendo éste su primer efecto.

4.- Congestión nasal crónica, párpados frecuentemente hinchados, labios más secos y peor coloreados, dientes amarillentos, encías dañadas..

Ya no es sólo el daño general sobre nuestros órganos, que puede que muchos fumadores consideren como una mera probabilidad (que no lo es, los daños no son fruto del azar, no) sino un seguro impacto en nuestro aspecto. Y es que estos estigmas (la elastosis, la mala coloración…) se hacen evidentes tras diez años de hábito tabáquico. Pronto, ¿no? Si la gente lo supiera cuando empiezan a fumar…

Mi último apunte, ya hablando estrictamente como una cirujana plástica, es que los fumadores tienen el doble de complicaciones postoperatorias. Sí, el doble. Sobre todo en lo referente al retardo en la cicatrización, posibilidad de necrosis tisular, hematomas e infecciones. Y en cuanto a complicaciones tipo necrosis cutánea (por ejemplo en reducciones mamarias, mastopexias, liftings) el riesgo es 3-4 veces mayor.

Comprenderéis por qué nos negamos en rotundo a operar a fumadores en cirugías que conlleven despegamientos de tejidos como las señaladas, a menos que dejen del todo de fumar mínimo tres semanas antes. En otras cirugías que no suponen despegar mucho (rinoplastias, blefaroplastias, aumentos mamarios sin pexias, liposucciones) tan sólo lo recomendaremos, porque os recuperaréis mejor y reducís el riesgo anestésico. Pero ya sabéis, si son cirugías con despegamiento, no os vamos a operar si no lo dejáis antes y después de la cirugía (hasta que todo cicatrice bien). A veces los pacientes no lo hacen y nos lo ocultan, pero esto es un tema de responsabilidad por parte del paciente, que suponemos no querrá asumir las complicaciones derivadas de este engaño, ¿no?

Hay muchas más complicaciones, en serio. Yo no soy fumadora, vale, pero es que no entiendo que mis pacientes se sometan a cirugías y hagan un desembolso para mejorar su aspecto y no hagan algo tan efectivo y de beneficio evidente como dejar de fumar.

 

DRA. MARITINA MARTINEZ LARA
Médico especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora

www.doctoramartinezlara.com