Puede ocurrir que parece que tengas clarísimo que deseas operarte, has consultado buscando cirujanos , indagado entre amistades o Internet, tienes amplísima información de todo lo que concierne a esa cirugía, de forma que procedes a marcar citas para consulta con uno o varios cirujanos, pero resulta que el cirujano te desaconseja operarte, por más que le insistas en que deseas esa cirugía y que tu vida es horrible si no te la haces. Pues sí, un cirujano responsable también tiene su lista de requisitos, más allá de los que se refieran a cuestiones de salud y estado físico, fácilmente entendibles. ¿Por qué no me quiere operar?

Como he comentado más de una vez, la calidad de un cirujano está en buena medida en esos pacientes que rechaza, pues aunque negarnos a una cirugía no nos haga ganar dinero (y los cirujanos no somos unos desaprensivos que sólo busquemos ganar dinero) sí que eleva nuestra dignidad y respeto profesional. De forma que si pensamos que una cirugía no está indicada o no le va a ayudar o no hay muchas posibilidades de alcanzar el resultado deseado o simplemente el problema del paciente está más allá de ese defecto físico, le diremos que no, y no es un problema de inseguridad ni poca experiencia, más bien todo lo contrario.

Veamos algunos de esos motivos:

1.- ¿EL MOTIVO ES CORRECTO, HAY UNA BUENA INDICACIÓN?

Hay que establecer si en verdad te conviene operarte, si las expectativas son realistas, razonables, si es por uno mismo la motivación de la cirugía o si es pensando en los que nos rodean. Cuántas veces hemos visto cómo cae la autoestima tras un fracaso sentimental o de relación social. No podemos plantearnos una cirugía para recuperar una relación o para escalar en el trabajo, o para ser más populares en las redes sociales. Eso no nos sirve para nada, soslayando el controvertido tema de la autoestima, que consideramos siempre como un concepto comparativo, autoestima alta o baja, ¿somos como los demás, somos peores o sobresalimos por encima de la media? ¿Por qué tenemos que compararnos? O nos apreciamos y nos queremos o no nos apreciamos, pero ¿y si no nos queremos a nosotros mismos quién nos va a querer más? Pues no, no podemos operarnos para que nos quieran más ni para que nos vean mejores los demás, si nos hacemos una cirugía debe ser para nosotros y hay que tener muy claro qué queremos hacernos y por qué. Mucho ojo a aquellos que piensan que una cirugía va a cambiar dramáticamente sus vidas, de hecho no hay tanta evidencia de que una cirugía de aumento de senos o una rinoplastia modifique tan sustancialmente nuestra vida como para resolver por sí solas nuestros problemas de relación o interacción social. Puede ayudar y mucho, pero si la motivación está en otra parte no es ésa la solución.

2.- ¿ESTAMOS ANTE UNA FIJACIÓN U OBSESIÓN?

Es fácil valorar esto, si nos pasamos buena parte del día rondando el tema, si rehuímos la vida social por nuestra inseguridad, si ya nos hemos hecho otras cirugías para arreglarnos otros “defectos”, es que estamos obsesionados con esos “fallos” de una forma desproporcionada, y el problema es que difícilmente una cirugía colmaría nuestras expectativas de perfección. Hay personas que desarrollan una verdadera angustia ante su imagen, y estos problemas deben plantearse desde otra perspectiva distinta a la quirúrgica, pues entramos en lo que se conoce como Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) o Dismorfofobia. 

El Trastorno Dismórfico Corporal se define como la preocupación por algún defecto imaginado del aspecto físico, o bien una preocupación excesiva por algún leve defecto o anomalía física, que provoca un malestar clínicamente significativo (ánimo depresivo, ansiedad, vergüenza..) o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de su actividad (escuela, relaciones, hogar..), siendo diferentes estas preocupaciones de las que afectan al peso o trastornos alimentarios. Puede afectar a un porcentaje de la población entre un 5-15% y se da por igual en hombres y mujeres.

En estudios realizados en pacientes con este trastorno encontramos que un 40% dedican de 3-8 h al día en reflexionar sobre sus defectos físicos, y un 25% más de 8 huna inevitable obsesión o fijación por defectos que no tienen o que son tan leves que los demás percibimos como mínimos, en vano sirve que hagan tantas horas de ejercicio, o se pongan implantes más y más grandes o demanden una y otra vez un retoque más de su rinoplastia o mamoplastia. Pues respecto a las posibilidades de que una cirugía estética pueda ayudarles, algunos estudios reflejan que solo un 3% en unos o un 7% en otras revisiones se benefician de una cirugía, es decir, de un 80-90% no quedan satisfechos tras operarse, y de éstos 2 de cada 5 cirujanos se ven amenazados física o legalmente por estos pacientes. Sin embargo, más de un 80% de los pacientes mejoran físicamente tras una intervención de cirugía estética. Es decir, hay que valorar muy despacio este tipo de pacientes, muchas veces con la colaboración de un psiquiatra, pues si bien muchos no van a mejorar de su trastorno, algunos incluso empeorando, pero otros sí que podrían salir beneficiados .

3.- ¿TIENES CLARO LO QUE DESEAS?

Hay pacientes que, ante el espejo de la consulta, no saben concretarnos qué es eso que tanto les disgusta… primero consultan por su pecho, después quieren que valoremos su abdomen o su cintura, o es tal vez la celulitis lo que les desagrada, para al final lamentar que su cara ya no luce tan tersa… O esos chicos que comentan cuánto les disgusta su nariz, pero también la mandíbula, o es tal vez que deberían quitarse la bolsa de Bichat, o serán los párpados… Y yo les pregunto, ¿hay algo que te guste de ti? Pues es un error operarlos, sólo esconden un desacuerdo global con su imagen facial o corporal, y aceptar su petición (¿,para operarse entonces el qué? ¿lo que al cirujano se le ocurra?) sólo logrará confirmarles que su imagen no es para nada ideal y que tenían razón en no gustarse… flaco favor, yo al menos nunca sugiero a un paciente una cirugía que no me pide, pues lo último que quiero es que salgan de mi consulta con un complejo nuevo, o uno reafirmado.

Otros pacientes en cambio están obsesionados con parecerse a alguna celebrity (¿Kim Kardashian???? Pues sí, ahora están pidiendo eso, implantes mamarios y de glúteos enormes, labios ultrarrellenados, tocar pómulos, nariz, mejillas, cejas… buscando esa imagen). Otro enorme error, pensar que nuestra vida será mejor y seremos más felices y con más éxito si nos parecemos a alguien o si modificamos del todo nuestra imagen, Dios mío…

Algunos pacientes vienen con fotos, sobre todo cuando consultan para una rinoplastia, y eso es también peligrosísimo si el objetivo es “esa nariz”, ya que no tienen “esa anatomía”. Lo de las fotos sólo está bien como una vaga orientación si no saben expresarlo con sus palabras, pero nunca podemos hacer una cirugía para quedar como en la foto. Es más, si el paciente quiere eso, mejor no operarlo pues sabemos desde ya que no va a quedar satisfecho.

Los cirujanos sólo debemos operar cuando el paciente tenga una idea clara de un problema concreto que, objetivamente, puede mejorar al operarlo, si lo que desea el paciente puede, de verdad, realmente, hacerse con muchas posibilidades de éxito y pocas o mínimas de fracaso. Si no nos sentimos cómodos con lo que nos pide el paciente, si percibimos que su problema está en otro lado y se está agarrando a la cirugía en un vano intento de mejorar algún aspecto de su vida sentimental, social, laboral, cambiando su físico y no cambiando lo que de verdad debe cambiar, si sentimos que es una persona con algún trastorno del esquema corporal o dismórfico, lo más sensato y ético que podemos hacer es no operar, y, si podemos (lo que es muy muy difícil) convencer al paciente para olvidarse de la cirugía y trabajar sus problemas de otro modo. Evitaremos sentirnos mal por habernos dejado convencer, cuando no un montón de malos ratos en el postoperatorio.

Espero que este artículo os haya resuelto dudas e inquietudes.

Quedo a vuestra disposición pero NO ATENDERÉ NI ON LINE NI POR TELÉFONO CONSULTAS SOBRE:

  • Intervenciones realizadas por otros especialistas
  • Ni aquellas que exijan una valoración del paciente en persona.

Gracias por vuestra comprensión.