Tal vez sea un buen tema a tratar tras los excesos del verano. Como cirujana plástica, cada vez veo más jóvenes que acuden a mi consulta porque no consiguen perder peso, a pesar de llevar años intentándolo.
O bien consultan porque lo que adelgazan lo recuperan con suma facilidad. Y todos cuentan lo mismo, que este problema lo tienen desde niños, y cuando en la adolescencia empezó a preocuparles ya tenían muchos problemas para adelgazar. Y es que la obesidad es un trastorno que se autoperpetúa y, si bien tiene una base genética, podría controlarse, si no atajarse en muchos casos, cuidando el sobrepeso desde la infancia.
Es decir, si por la razón que sea (genética o no), se llega a la adolescencia con un importante volumen de adipocitos (que son las células que componen el tejido graso o adiposo) este número de células grasas ya no se va a reducir. Los adipocitos, que acumulan la grasa en su interior, tras la adolescencia ni se multiplican (salvo que se aumenten muchos kilos) ni desaparecen, simplemente aumentan o disminuyen su volumen. ¿Qué significa eso? Que si tenemos muchos adipocitos tendremos siempre una notable tendencia a engordar, así como una gran dificultad para adelgazar, a diferencia de las personas que nunca tuvieron sobrepeso, que comiendo lo mismo no engordan o que adelgazan más fácilmente.
Por este motivo, es crucial evitar tener tanto volumen de estas células grasas. ¿Cómo? Cuidando el peso desde la infancia, pues en la adolescencia ya es tarde. Recordad, hasta la adolescencia está aumentando el número de células adiposas, más adelante ya sólo cambiará su volumen pero no su número. Si se es obeso de pequeño, de adultos no valdrán ni dietas ni ejercicio (o muy poco, como es bien sabido).
Lo sé, a los padres les da pena controlar a sus niños si quieren comer todas esas “comidas basura” que nos tienen inundados. Todos sabemos lo que es una comida sana y cuál no lo es, pero, en serio, ¿os da tanta lástima negarles las pizzas industriales, los batidos de supermercado, los refrescos, los yogures hiperazucarados, los “alimentos” prefabricados, las chuches, las palomitas…? ¿Y no os da lástima que cuando en un futuro les preocupe más su peso que el capricho por alguna de estas “comidas” (mis hijos siempre lo llamaban calorías vacías, pues de verdad que no alimentan nada, no os engañéis), ya se encuentren que tienen una tendencia de por vida al sobrepeso, cuando no obesidad? Si queréis hacerles un favor a vuestros hijos y cuidarlos bien, especialmente si veis que hay una mala genética familiar o ya constatáis que vuestro hijo tiene sobrepeso, no esperéis a que sea mayor, enseñadle a alimentarse bien, sobre todo dándole ejemplo en casa, y acostumbradlo a hacer ejercicio. Menos pizzas y palomitas delante de la tele o el ordenador y más calle y deporte.
Como yo suelo decir, no se trata de convertir la casa en un cuartel espartano, sino más bien en una academia ateniense, es decir, educar a nuestros hijos es enseñarles a estudiar, a mantener una ética, una moral, y también cómo cuidar su cuerpo inculcándoles buenos hábitos de comidas y de actividad física. Lo mejor, que nos lo vean hacer a nosotros. Es algo muy serio, cada vez se come peor y hay más sedentarismo. No hay más que ver cómo han aumentado las cifras de obesidad, en adultos y en niños. Obesidad en la infancia es un problema para toda la vida.
En otro post explicaré qué puede hacer la cirugía para ayudar, pero tal y como comenté en uno anterior, deseo dejar claro que la liposucción, aunque reduce el número de adipocitos, sólo funciona para zonas concretas, no sirve para adelgazar. No bajéis la guardia. Que no os dé pena controlar los caprichos de los niños,o les haréis un flaco favor.
DRA. MARITINA MARTINEZ LARA
Médico especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora
www.doctoramartinezlara.com
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[…] Durante las dos últimas décadas se han acumulado datos que relacionan la presencia en los adultos de los llamados factores de riesgo para padecer un enfermedad coronaria (inactividad física, obesidad, resistencia a la acción de la insulina en los tejidos orgánicos y la consiguiente diabetes tipo II , hipertensión arterial y niveles elevados de colesterol en sangre) con un desarrollo acelerado de placas de ateromas en las arterias, a las que obstruyen. En este orden de cosas, se ha demostrado que la ateroesclerosis se inicia muy precozmente en aquellos niños y adolescentes que comparten los mismos factores de riesgo que los adultos, de modo especial la inactividad física y la obesidad. […]