No es la primera vez que recurro a mis pacientes para que cuenten con sus palabras cómo se sienten y los motivos para querer operarse (por ejemplo: la descripción de mamas tuberosas por una paciente). En este caso se trata del lipedema, que también es una situación que hasta hace poco no se conocía bien y se tiende a confundir. Os comparto este testimonio de una paciente, a la que de antemano agradezco su colaboración:

«Hasta la adolescencia no tuve ningún síntoma. Si bien durante la pubertad gané peso, el aumento no fue generalizado, ya que la grasa se acumuló especialmente en las extremidades inferiores. Más adelante, cuando tenía 18 años, empezaron los dolores en las piernas y aparecieron las arañas vasculares, la inflamación y los hematomas sin haber tenido ningún golpe

No podía dar explicación a esta sintomatología, puesto que siempre he sido una persona muy activa: he salido a correr desde los 16 años, he practicado deportes de agua, pádel, spinning y, en los últimos años, me he centrado en el entrenamiento  de fuerza con pesas. Además, hago rutas de senderismo todos los fines de semana y camino al menos media hora cada día. De la misma manera, llevo una alimentación sana. 

Sin embargo, con el transcurso del tiempo, no encontré mejoría. Asistí a las consultas de diversos especialistas, pero ninguno me ofreció una respuesta concluyente. Después de casi 15 años, fue la Doctora Martínez Lara quien me diagnosticó:

mi problema no era un trastorno circulatorio ni linfático, sino que se trataba de lipedema

De esta manera, hace un año me sometí a una intervención, bajo anestesia general, en la cual me extrajo cuatro litros de grasa. Durante los seis meses posteriores a la operación llevé una faja que ayudó a que la piel se adhiriese de nuevo y redujo el edema. Asimismo, tras la intervención he seguido cuidándome: retomé el deporte en cuanto la doctora me lo permitió, uso medias de compresión los días que voy a permanecer mucho tiempo sentada o de pie y tengo una pauta nutricional basada en verduras, frutas, pescado y carne mínimamente procesados. 

En cuanto a los resultados, lo más importante es la disminución del dolor. Ya no tengo hematomas, la inflamación se ha reducido sensiblemente y no han aumentado las arañas vasculares.

Del mismo modo, respecto a la estética, nunca me había sentido tan segura de mí misma. El desajuste que existía entre la mitad superior e inferior de mi cuerpo ha desaparecido, puedo ponerme botas altas que antes no cerraban por el tamaño de mis rodillas y se aprecia una forma armónica en mis piernas. Esto ha redundado en que mi actitud sea mucho más positiva en todos los ámbitos de mi vida.

Un año después de tomar la decisión de operarme, considero que ha sido un acierto. Volvería a hacerlo, pues, como le dije a la doctora en el quirófano:

Sé que estoy en las mejores manos

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Quedo a vuestra disposición pero NO ATENDERÉ NI ON LINE NI POR TELÉFONO CONSULTAS SOBRE:

  • Intervenciones realizadas por otros especialistas
  • Ni aquellas que exijan una valoración del paciente en persona.

Gracias por vuestra comprensión.